La actual cultura cívico-política no ofrece respuestas eficaces ante la comisión de aquellos delitos que, además de vulnerar la ley, suponen una grave ofensa a la confianza sobre la que se basa nuestra organización social. Nadie discute la necesidad – sólo la dureza-de la condena a penas de cárcel para redimir del delito a un ladrón corriente. Pero si estamos hablando del antiguo director general de la Guardia Civil o de un ex presidente autonómico y antiguo ministro de Aznar, entonces no sólo ha existido un robo más o menos grave, sino – presuntamente-un abuso de confianza que debilita al conjunto del sistema social.
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