- La gran manifestación del pasado 10 de julio en Barcelona quizás no sea exactamente el principio ni el final de nada en concreto, pero sí expresó algo muy importante: que la ciudadanía catalana ha comprendido a la perfección que el modelo autonómico ha llegado a su fin. La promesa de futuro asociada al nuevo Estatut de 2006, el horizonte que se aseguraba para los próximos 25 años, se ha desvanecido. El proyecto federalista y la confianza en un estado plurinacional de los partidos moderados catalanes se han ido al traste de manera rotunda e inapelable. Y ahora, la mayoría de los catalanes esperan de sus líderes políticos que les propongan alternativas creíbles para poder seguir confiando en el país.
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