La grave crisis actual ha puesto gran presión tanto sobre nuestras vidas privadas como en la de la mayoría de las organizaciones. Además de las incertidumbres sobre nuestro futuro personal y familiar, en los ámbitos asociativos, el mundo profesional y las instituciones de todo tipo, a las estrecheces económicas se les ha sumado la exigencia de un alto nivel de competitividad, al que hay que dar respuesta para intentar sobrevivir en estos tiempos tan severos.
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