Las cajas de ahorros en sus inicios, unos 150 años atrás, fueron importantes instituciones educativas a favor de la modernización de las mentalidades tradicionales. Económicamente, como mecanismo de acumulación de capital, al principio no representaban gran cosa. Pero sí eran culturalmente muy relevantes. Lo argumenté en mi Estalvi, ciutat, i progrés. 125 anys de la Caixa d’Estalvis de Terrassa (2001). Utilizando los conceptos clásicos del sociólogo Jean Rémy, se trataba de pasar de una cultura económica orientada a la provisión –guiada por el pasado–, a otra fundamentada en la capacidad de previsión, con la vista puesta en el futuro.
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