Había imaginado que la cumbre anticrisis catalana del viernes pasado iba a ser un gran gesto dirigido al país para que acabara de convencerse de la gravedad de la situación económica. Es decir, que se trataría de sacar una fotografía para que la ciudadanía entendiera mejor la necesidad de aplicar las duras medidas de ajuste presupuestario que, inevitablemente, van a cambiar a fondo nuestros estilos de vida cotidianos y que limitaran significativamente las redes de protección públicas. Hasta ahora, sabemos que el Gobierno catalán cifra esta reducción en un 10% para 2011, pero que descontados los gastos fijos, va a suponer un recorte mucho mayor en sus efectos directos sobre cada uno de nosotros.
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