Entrevista a Salvador Cardús, al Diario de Mallorca
Salvador Cardús
Economista y profesor de Sociología en la Universitat Autònoma de Barcelona.Cardús (Terrassa, 1954) participó ayer en el primer congreso de Escola Catòlica, donde desdramatizó la situación actual, que para él es la vuelta a la realidad tras años viviendo la fantasía del carpe diem. Cree que es el momento de que los profesores recuperen su prestigio y de que la escuela vuelva a su lugar central en la sociedad.
“Ahora sufrimos, pero la sociedad saldrá de la crisis mejor y será más exigente”
Per Mar Ferragut
—¿Cómo se educa en tiempos de incertidumbre?
— Primero, hemos de desdramatizar. Siempre hemos vivido en incertidumbre, es la condición de la humanidad. En los últimos 20 años hemos vivido una fantasía, creyendo que todo estaba garantizado. Se puso de moda el carpe diem. La gente pensaba que no le iba a pasar nada y que si le pasaba, ya recibiría una prestación. Pero dos terceras partes de la humanidad viven con incertidumbre. Y nosotros hasta hace cuatro días también vivíamos así. Hemos vivido un tiempo de ilusión equivocada y ahora toca volver a la realidad. No volveremos a la época de los grandes estadios y las subvenciones. No volveremos a caer.
—¿Aprenderemos la lección?
—Sí. Esta nueva situación será buena para la educación porque nos hará descubrir las virtudes básicas, que no son nuevas, Aristóteles ya hablaba de ellas. Son las virtudes cardinales: la prudencia, la templanza, la fortaleza… Lo que se necesita para vivir éste y otros tiempos. Será muy positivo y volverá a situar al colegio, a los educadores y a los profesores en el centro de nuestras expectativas. Y la igura del maestro recuperará su crédito. Es el momento de que el colegio recupere su lugar.
— El prestigio del profesor ya estaba en crisis desde hace mucho, el descrédito viene de la época en la que parecía que la educación no era necesaria, cuando parecía que te ganabas mejor la vida sin estudiar y con un trabajo de cualquier cosa. Esos jóvenes que dejaban los estudios por un trabajo y se compraban una moto… todo eso se ha acabado. Ahora se valora la formación. Sin formación no hay trabajo.
—Pero hay jóvenes con carrera y máster frustrados porque aún así no consiguen trabajo.
— En estos momentos no hay trabajo para nadie. Pero los que han estudiado ingeniería, arquitectura… en el extranjero sí encuentran trabajo porque la formación que han recibido no es mala.
—¿No es peligroso para el país que los jóvenes preparados se vayan?
— No. Antes nos decían que teníamos que irnos al extranjero y ahora parece algo malo. Y no lo es. Que se vayan. De aquí cinco años, cuando vuelvan con una experiencia brutal, lo notaremos. Aquí se vive bien, volverán.
— La educación se puede mejorar sin aumentar el presupuesto.
— Hay países con menos presupuesto en educación que tienen mejores resultados porque la sociedad valora la educación. No es cuestión de dinero. El sueldo que cobran no determina quién es buen o mal profesor, todos sabemos qué es un buen profesor.
— ¿Ahora se notará más quién es un buen profesor y quién no?
— Exacto. Hemos de ser valientes. Vienen tiempos difíciles, no malos, sino exigentes. Se verá más quién es buen profesor y quién es mal profesor. Antes quedaba más disimulado en la mediocridad. Tenemos que asegurarnos que los colegios funcionen bien, que los directores lo hagan bien, que los profesores estén al día y que salgan adelante, y si no pueden, pues que tengan asesoramiento. Si sabemos hacer las cosas bien, podremos dar un importante salto para adelante.
—¿Educación para la Ciudadanía adoctrinaba?
— Esto es una debate de los políticos que nada tiene que ver con la educación. Dudo que nadie pueda probar que esta asignatura haya cambiado algo, ni para bien ni para mal. Nosotros ya tuvimos Formación para el Espíritu Nacional, y no sirvió para nada, no salimos ni más de izquierdas ni más de derechas. Seguramente sí querían
adoctrinar, pero la escuela nunca ha conseguido adoctrinar. Ni siquiera cuando todo el mundo quería adoctrinar en la misma dirección, en nuestra época. Ahora menos. Lo malo es que los políticos elijan la escuela como escenario para sus peleas.
— La religión en las escuelas públicas, ¿eso no es adoctrinar?
— Si hablamos de educación de la fe se ha de hacer fuera del colegio. Pero la escuela pública sí ha de educar en las tradiciones religiosas y en el valor de la espiritualidad, para no caer en las tonterías del tarot y la astrología y demás.
— Y con la enseñanza de las lenguas castellana y catalana ¿cómo lo haría?
— Las lenguas se han de aprender para poder vivir juntos y para transmitir una tradición de conocimiento importante. Si queremos una única sociedad, en las mismas condiciones, todo el mundo ha de saber las dos lenguas, que es lo que pasa ahora: no conozco ningún niño catalán que acabe la educación sin saber castellano. Pero sí que hay niños que no saben catalán o mallorquín cuando acaban la escuela. Y deberían tener esta capacidad. La cuestión en esto no es que los padres puedan elegir, no es por un tema de derechos. Si fuera así, ¿qué hacemos con los niños que hablan rumano en su casa? ¿o árabe? Todos deberían tener derecho a elegir esa lengua de enseñanza para sus hijos, ¿no? Pero de eso no se habla, porque no es una cuestión de derechos. Lo que hacen es imponer una situación que divide al país, porque habrá una gente que sólo hablará una lengua, el español. Y en una generación el español se acabará imponiendo y hará desaparecer la lengua del país. Y esto es un programa pensado por el PP y la FAES, porque quieren hacer desaparecer las diferencias de lenguas y de culturas.
— ¿Cree que habrá una explosión social este 2012?
— No, el problema aquí no es de explotación o de injusticias, el problema es que todos hemos estirado más el brazo que la manga y ahora toca poner orden. No podíamos seguir viviendo por encima de nuestras posibilidades. Nos pensábamos que éramos los reyes del mambo, y sí, Mallorca es más rico que Cataluña y Cataluña más rico que otras zonas, pero no podemos permitirnos las alegrías que nos permitíamos ni seguir pagando al resto de España. El expolio iscal de Mallorca, que es casi el doble que el de Cataluña, es brutal. Si los impuestos que se pagan se quedaran en su mayoría aquí, como en el sistema alemán, dando menos porcentaje al Estado, Mallorca sería la Suecia del Mediterráneo. No habrá revuelta, pero se creará una sociedad más exigente. Y los políticos tendrán que rendir cuentas. La corrupción ya no se tomará tan a la ligera y se castigará con el voto.
— Aquí Jaume Matas está en pleno juicio por corrupción y el PP gana por goleada.
— Estamos en un momento en el que las cosas nuevas no han acabado de nacer y las viejas no han acabado de morir. Estoy seguro de que si el nuevo president resulta tan chorizo como Matas, dentro de cuatro años lo pagará electoralmente. Las mentalidades no cambian en cuatro días. Pero, ¿quién se iba a imaginar que algún día un partido pondría límites a los sueldos de los banqueros? Y ha sido el PP. Esto era impensable. Lo pagaremos con sufrimiento, pero desde el punto de vista del cambio social, la ociedad saldrá de ésta más exigente. Más dura, pero mejor.
— ¿El 15M tiene algo que ver en esta mayor exigencia?
— Este movimiento se ha magnificado. Era muy estético, quedaba muy bien en las imágenes y en el telediario y tal. Pero era la rabieta de un niño al que daban caramelos y al que de repente le dicen que ya no hay más.
— ¿El estado del bienestar está herido de muerte?
— No, lo que está herido es el capricho, el ‘todo gratis’. Confundíamos el bienestar con el derroche. Mira el ejemplo de los medicamentos: España es el país que más medicamentos consume. Y no porqué estemos más enfermos, es que nos daban medicinas por un tubo. Y nos tienen que dar sólo las necesarios. Hay que ahorrar ahora para garantizar el bienestar.
— Si hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, los políticos tienen también su parte de culpa. ¿Falta autocrítica?
— Sí, completamente de acuerdo. Falta autocrítica y que den ejemplo, es una de los grandes fallos de la política actual. Todos se excusan en la herencia recibida del anterior partido.
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