QUIZÁS visto desde una cierta distancia, y con información sesgada, la manifestación del pasado 11 de setiembre, la fiesta nacional de Catalunya, pueda llegar a sorprender. Y, en este sentido, tampoco es de extrañar que algunos crean que se trata de la reacción de una gente harta de tantos recortes, de la expresión confusa e irritada de un malestar social, etc. Pero les puedo asegurar que, aun estando hartos de recortes, irritados por el abuso fiscal y confusos por la falta de expectativas positivas, la manifestación congregó al millón y medio de catalanes de todas las edades y orígenes sociales y territoriales para exigir la independencia de Catalunya. Y que, además, lo hizo sin acritud y con mucha alegría y esperanza en los rostros. Estuvieron allí algunos amigos vascos a los que podría poner por testigos.
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