Suele decirse que la gravísima crisis económica actual podría convertirse en una gran oportunidad para realizar los cambios que, tal como se demuestra una y otra vez, somos incapaces de realizar cuando, con el viento a favor, resultarían menos traumáticos. Pero esta oportunidad solo podrá aprovecharse si, además de partir de un buen diagnóstico y de un mejor tratamiento, somos capaces de crear el marco cultural para que las medicinas que deben tomarse, casi todas amargas, sean aceptadas con algo más que resignación.
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